Claire Rodier: "En Europa existe xenofobia institucional"
Jacobo Rivero
Claire Rodier, jurista francesa del
Grupo de Información y Apoyo a los Inmigrantes (GISTI) y cofundadora de la red
europea Migreurop, estuvo en España, cuando las fronteras de Ceuta y Melilla
son protagonistas informativas, presentando su libro El negocio de la
xenofobia. ¿Para qué sirven los controles migratorios? (Ed. Clave Intelectual).
Rodier habla suave, enfatiza los conceptos y los acompaña con una mirada
cálida. Su libro es una denuncia rigurosa de los beneficios que genera el
negocio de la seguridad en todo el mundo, en el contexto de la lucha por la
supervivencia de millones de personas que intentan alcanzar mejores condiciones
de vida lejos de sus países de origen.
Cómo
empieza a trabajar en asuntos relacionados con los procesos migratorios?
Soy jurista, pertenecía al movimiento antiracista en Francia y comencé a reflexionar sobre las cuestiones que motivaban el racismo. Existe un racismo individual, de personas que odian al extranjero, pero tengo la convicción de que es un racismo inducido, influido por el fenómeno de la xenofobia institucional, que es la organización de leyes por los Estados que finalmente crean la discriminación legal en relación a la nacionalidad o el estatuto de los ciudadanos. Y me parece que este estudio es mejor para comprender el fenómeno del racismo. Es así como creo hacer un mejor trabajo, yendo a tribunales, para llevar y reivindicar los derechos de los inmigrantes, aunque sea a través de leyes que están pensadas para la discriminación.
En el libro mantiene que esas políticas de “xenofobia institucional” están inducidas por una voluntad económica. ¿Qué características tiene, dentro de la Unión Europea, éste negocio?
El control fronterizo no tiene como finalidad principal aquello por lo que se le presenta, a saber: controlar los flujos migratorios. La lógica y los objetivos son de tres tipos. Por un lado una cuestión de tipo ideológico, cuya voluntad es asociar la inmigración a la miseria o considerarlos enemigos. Cerrando las fronteras hay una satisfacción de tipo populista, una instrumentalización de la opinión de los ciudadanos. Una segunda relación tiene que ver con la situación de los estados del Norte y los estados del Sur, y la voluntad de la Unión Europea de mantener un tipo de colonización basado en una esfera de influencia en algunos países, que pueda servir como moneda de cambio para acuerdos de todo tipo. La tercera lógica es la que tiene que ver con cuestiones económicas, porque mantengo que a partir del año 2000 hay un afianzamiento de estas políticas en relación con la cuestión del terrorismo y la seguridad nacional. Creando un mercado cada vez más importante alrededor de las empresas de seguridad con grandes beneficios económicos. Un negocio que tiene que ver con las expulsiones, los centros de retención, pero también con la industria aeronáutica y algunos equipamientos, con la industria armamentística reciclada en la seguridad de las fronteras, o la tecnología con los radares, las cámaras y todos estos dispositivos, que realmente están en crecimiento.
Soy jurista, pertenecía al movimiento antiracista en Francia y comencé a reflexionar sobre las cuestiones que motivaban el racismo. Existe un racismo individual, de personas que odian al extranjero, pero tengo la convicción de que es un racismo inducido, influido por el fenómeno de la xenofobia institucional, que es la organización de leyes por los Estados que finalmente crean la discriminación legal en relación a la nacionalidad o el estatuto de los ciudadanos. Y me parece que este estudio es mejor para comprender el fenómeno del racismo. Es así como creo hacer un mejor trabajo, yendo a tribunales, para llevar y reivindicar los derechos de los inmigrantes, aunque sea a través de leyes que están pensadas para la discriminación.
En el libro mantiene que esas políticas de “xenofobia institucional” están inducidas por una voluntad económica. ¿Qué características tiene, dentro de la Unión Europea, éste negocio?
El control fronterizo no tiene como finalidad principal aquello por lo que se le presenta, a saber: controlar los flujos migratorios. La lógica y los objetivos son de tres tipos. Por un lado una cuestión de tipo ideológico, cuya voluntad es asociar la inmigración a la miseria o considerarlos enemigos. Cerrando las fronteras hay una satisfacción de tipo populista, una instrumentalización de la opinión de los ciudadanos. Una segunda relación tiene que ver con la situación de los estados del Norte y los estados del Sur, y la voluntad de la Unión Europea de mantener un tipo de colonización basado en una esfera de influencia en algunos países, que pueda servir como moneda de cambio para acuerdos de todo tipo. La tercera lógica es la que tiene que ver con cuestiones económicas, porque mantengo que a partir del año 2000 hay un afianzamiento de estas políticas en relación con la cuestión del terrorismo y la seguridad nacional. Creando un mercado cada vez más importante alrededor de las empresas de seguridad con grandes beneficios económicos. Un negocio que tiene que ver con las expulsiones, los centros de retención, pero también con la industria aeronáutica y algunos equipamientos, con la industria armamentística reciclada en la seguridad de las fronteras, o la tecnología con los radares, las cámaras y todos estos dispositivos, que realmente están en crecimiento.
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