sábado, 9 de agosto de 2014

 LIBROS / RÉPLICA DE JACOBO RIVERO A SANTOS JULIÁ
Podemos, una nueva forma de hacer política

Jacobo Rivero
El movimiento de Pablo Iglesias genera visiones encontradas. Una respuesta a quienes lo relacionan con los totalitarismos.

Es cierto que gente no es clase obrera, ni pueblo. Gente es otra cosa; es un nuevo sujeto colectivo, al que, si mantiene el espíritu de comunidad ilusionada y se empodera, pertenece el futuro. "El mañana es nuestro", concluyó Iglesias en su primera soflama en el Parlamento Europeo. Y no es posible, al oírlo, que no venga a la memoria el recuerdo de aquel hermoso muchacho alemán, de pie sobre una mesa, cantado transido de emoción Tomorrow belongs to me, señala Santos Juliá en su reseña sobre los libros Curso urgente de política para gente decente (Juan Carlos Monedero, Seix Barral, 2013) y Conversación con Pablo Iglesias (Jacobo Rivero, Ediciones Turpial, 2014). La imagen estremece si pensamos en Pablo Iglesias como la encarnación actualizada de ese chaval de raza aria que anuncia en la deliciosa, e inquietante, película Cabaret el exterminio futuro de millones de personas. La comparación no es nueva, ya existe cierto runrún mediático alrededor de esa visión del fenómeno Podemos, con sinergias que apuntan a los nazis, las checas, la ultraderecha lepeniana, los camicie nerede Mussolini e incluso Pol Pot y los jemeres rojos. 

Podemos Uvieu
El significante "gente" produce imágenes de horror si se vincula a episodios de la historia pasada, especialmente del siglo XX, en el que se han utilizado los genéricos más inclusivos para alentar a las masas —sean pueblo, nación o clase obrera—, para luego pasar a cuchillo a los disidentes de las vanguardias. En Cabaret, el Kit Kat Club y la transformación de su aforo según van creciendo los camisas pardas es el perfecto ejemplo de este tipo de derivas totalitarias en la sociedad. Sin embargo, las comparaciones son engañosas. Lógicamente, la historia es un elemento fundamental para la reflexión alrededor de los procesos, nuevos o viejos, pero equiparar situaciones tiene cierto grado de perversión argumental. Mucho más cuando la referencia a "la gente", como sujeto político, abarrota las hemerotecas de los partidos políticos, sea para hablar de bajadas de impuestos o de fútbol.
Lo que uno intuye en algunos artículos y tertulias cuando se habla de Pablo Iglesias es la voluntad maniquea de generar un miedo que paralice un posible proceso de cambio. Algo que en los tiempos que vivimos no debería ser únicamente objetivo de Podemos.

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