El bueno de Jean Paul Iglesias
cartas
de un arponero
ingenuo
pedro j. ramírez
13/07/2014
Me rindo: yo también opinaré hoy sobre Podemos.
Y es que no puedo dejar de darme por aludido cuando en el
revelador pasaje de su libro en el que reclama «mecanismos de control
público» en los medios de comunicación, Pablo Iglesias invoca, para
echar su cuarto a espadas, lo que «ha pasado recientemente en un
periódico de tirada nacional» y lo que «el ex director ha reconocido o
sugerido».
Y no puedo dejar de hacerlo cuando precisamente mañana se
cumple un año de la portada que en cualquier democracia hubiera puesto
fin a la presidencia de Rajoy (aquel «Luis, lo entiendo. Sé fuerte.
Mañana te llamaré» tecleado desde la Moncloa a las 48 horas de que se
descubriera el botín de Bárcenas en Suiza) y en la España partitocrática
lo único que desencadenó fue mi propia destitución.
Debo reconocer además que mi diagnóstico de lo sucedido –y de
lo que puede suceder– con el que inauguré el curso de El Escorial
dedicado a los 25 años de nuestro periódico corrobora algunas de las
premisas del líder de Podemos. Por ejemplo que «la gestión de la
información no puede depender únicamente de hombres de negocios y de su
voluntad por permitir la libertad de expresión». Por ejemplo que «si el
derecho a la información es un derecho democrático, la concentración de
la propiedad es incompatible con ese derecho». O por ejemplo que «si
todos los medios están en manos de la Coca-Cola –o de una teleco vía
convenios publicitarios o de un banco que entra en el accionariado de un
grupo y coloca al presidente del otro– es difícil que se hable de si
hay una mosca muerta dentro de una botella».