martes, 24 de marzo de 2015

 En abril de 1986, el desgraciadamente desaparecido estos días Moncho Alpuente escribía en una publicación de la Comunidad de Madrid un texto titulado “Los gozos de San Isidro”. El escrito era una apelación a los visitantes para disfrutar de la ciudad, también de sus vicios y sus goces. La virtud del texto de Alpuente es que era inclusivo, pensaba en aquellos vecinos que disfrutaban de los placeres que suponían la fiesta del patrón de Madrid desde un punto de vista religioso o pagano: “Los nuevos madrileños concilian la secular afición por los festejos, propia de su etnia, con los hábitos modernos”. Incluía Alpuente una afirmación sugerente para la convivencia desde las diferencias: “Madrid ha sabido desde sus orígenes convertir la polémica en arte, la discusión en juego y la contradicción en forma de vida”.

Rita Maestre, Manuela Carmena, Nacho Murgui.
Me viene a la cabeza el texto tras pensar en lo que ocurre estos días alrededor de las distintas listas que se presentan para encabezar una candidatura de cambio, desde abajo, que propone la plataforma Ahora Madrid, que es producto de la unión en la ciudad de Podemos y Ganemos. Dos proyectos que tienen más diferencias que similitudes, pero que comparten un diagnóstico común: Ha llegado “la hora del cambio”, a través de una “candidatura de unidad popular”, en una ciudad que el Partido Popular ha dejado hecha jirones. De las distintas propuestas, una de ellas me parece tremendamente seductora: la que encabeza la exjueza Manuela Carmena y el activista vecinal Nacho Murgui en la lista “Más Madrid”. Ambos son independientes y tienen un denominador común: rechazaron varias veces la propuesta de ir en la lista antes de aceptar, un asunto que no es menor en estos tiempos en que muchos visualizan la política institucional como un chollo y no como una exigencia. Con su actitud dubitativa, Carmena y Murgui demuestran que están en la sinergia de aceptar un reto mayúsculo desde la responsabilidad, el trabajo, el compromiso y la autonomía.


Hace un tiempo, el poeta José Manuel Caballero Bonald hacía unas reflexiones alrededor de las dudas y las certezas. Decía el jerezano: “El que no tiene dudas, el que está seguro de todo, es lo más parecido que hay a un imbécil”. En Madrid muchos madrileños llevamos décadas gobernados por imbéciles sin dudas, atrapados por intereses ajenos y despreciados por las instituciones. En las Juntas de Distrito gobiernan representantes no elegidos, que se pasean en coche oficial y que ni siquiera viven en nuestros barrios. Se gobierna sin consulta y la sensibilidad no existe. Una característica radicalmente contraria a la que expresaba Manuela Carmena hace unos días en una entrevista: “Gobernar es escuchar”. Una declaración de intenciones que rompe la barrera del sonido, a izquierda y derecha, y que plantea una ciudad participada por gentes diferentes. Un auténtico alegato a la diversidad al más puro estilo del que planteaba Moncho Alpuente en su fotografía del Madrid de la pradera de San Isidro. Por su parte, Nacho Murgui, que ha sido presidente de la Federación Regional de Asociaciones de Vecinos de Madrid los últimos ocho años, en otra entrevista señalaba algo parecido: “A lo largo de los años en el movimiento vecinal, he tenido que aprender a gestionar realidades complejas que afectan a múltiples sensibilidades. Gobernar es gestionar la limitación de los sueños en un marco real de justicia social”.


La candidatura de Más Madrid. Aquí su vídeo.
Andamos estos días de primarias y propuestas alrededor de la candidatura Ahora Madrid enfocando los debates sobre asuntos internos y cuestiones prehistóricas. Un nuevo ejercicio de miopía que aleja las preocupaciones cotidianas de los ciudadanos de las reflexiones académicas con mucho pensamiento de autoconsumo que tanto gustan a una parte de la izquierda social. Un clásico: las vanguardias por un lado, la ciudad y sus ritmos por otro. Para mí no hay color. No es solo una cuestión de conocimiento del medio, muy por encima del resto de candidatos, es también una sensibilidad hacia la inclusión que estaba muy lejos de verse en la política que nos concierne. En ese sentido, la mezcla que suponen Manuela Carmena y Nacho Murgui proyecta una ilusión que no es contra nadie, sino a favor de los ciudadanos en una ciudad enorme y compleja. Por fin, después de décadas de hastío, el centro es Madrid. Mayor suerte para todos y todas parecía imposible.



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