domingo, 26 de enero de 2014

'Moro'

Jacobo Rivero


Miguel Romero "Moro". Foto: Anticapitalistes.net
“¿Qué pasa chaval?”. Creo que Moro siempre nos saludó así. Fue a partir de 1989 que lo conocí, y han sido estos últimos (veinte) años en los que más lo he disfrutado. Miguel Romero era un sujeto político en sí mismo, no como referencia altiva, sino como ejemplo de seducción humana, en el mejor sentido del término. Hace unas semanas me lo encontré en la Plaza de Lavapiés. Los dolores era un tema de conversación que irremediablemente llevaba a otros: los libros, el Barça, su última visita a Roma, los cansancios, las ilusiones. Lo que no faltaba en la conversación era un recorrido por las conspiraciones políticas, en el sentido que propagó Radio Alicia es el Diablo a finales de la década de los setenta, como forma de “respirar colectivamente”. Así era siempre con Moro, también cuando le iba faltando el aire: Su reflexión inclusiva era el motivo de su discurso, de su gesto, de su saludo.

Así era siempre con Moro, también cuando le iba faltando el aire: Su reflexión inclusiva era el motivo de su discurso, de su gesto, de su saludo. Un argumento válido al hablar de los compañeros de viajes que se marchan o se tienen que marchar es señalar su “generosidad”. El concepto es complejo, toda vez que a veces se relaciona únicamente con los grados de implicación, discutibles en cuento al motivo y las percepciones. No es el caso. La “generosidad” de Moro era en buena parte por la pedagogía que transmitía su forma de ser y estar. También de replantearnos nuestro hacer, empezando por él mismo. “Si esto lo hubiéramos pensando hace... no sé... 35 años... nos habría ido mejor”, me comentó hace relativamente poco. No era un lamento, era una voluntad por saber mirar atrás sin mayor angustia que la de seguir avanzando, al fin y al cabo, el camino de la Revolución nadie dijo que fuese fácil. Mucho menos si se decide transitar, para suerte de los que le acompañan, despacito y con minúscula. La única forma, coincidíamos, de caminar seguros y con buen pie.



  

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